Miembro de una acaudalada e influyente familia y astrónomo aficionado, Kodo se construyó un pequeño observatorio en las orillas de un río, no muy lejos de un pequeño pueblo. Aunque la posición de su familia estaba asegurada consideró prudente que no se hiciera público ningún rumor que los relacionara con el observatorio pues tenia intención de realizar investigaciones de dudosa moralidad. De este modo, su observatorio quedó provisto de gárgolas guardianes, y un hechizo de ocultación y mantenía en secreto su ubicación, incluso para el resto de su familia.
Pasaron varios años desde la puesta en marcha de su proyecto personal. Entonces, mientras estaba embarcado en ciertas investigaciones esotéricas tropezó con un antiguo volumen de registros astronómicos, y le llamó la atención un pasaje que en la mayoría de las circunstancias Kodo habría considerado como una mera curiosidad astronómica. Sin embargo, por una extraña coincidencia, el día antes había logrado acabar la traducción de un viejo pergamino escrito en un desaparecido dialecto, que parecía una profecía.
Tras sumar dos y dos, Kodo se da cuenta de que la lluvia de meteoritos mencionada en las anotaciones astronómicas debe proceder en realidad de un pedazo de una luna. Comprobando sus libros de historia, Kodo averigua que las colinas que circundan la cabecera del lago Milsto, pasaron a llamarse Cimas Áridas coincidiendo con la fecha aproximada de caída de la lluvia. Kodo no era propiamente un científico, pero había leído suficiente como para intuir las posibles propiedades de esas rocas espaciales. Por ello, suponiendo que esas colinas albergaban un gran poder, se excuso ante su familia y organizó una pequeña expedición secreta de aventureros para viajar hasta ellas. De hecho, cuando el grupo logró encontrar algunos fragmentos, Kodo abandonó a sus componentes y volvió a su hogar por una ruta alternativa, portando dichos fragmentos en el interior de un cofre revestido de plomo.
Kodo pudo investigar un par de décadas más pero, desgraciadamente, no vivió lo suficiente como para recoger los frutos de sus esfuerzos. Su extenso trabajo de investigación quedó enterrado bajo el paso de los años, sus anotaciones, experimentos y divagaciones continúan sin ser leídos en su secreto observatorio. Aunque esta muy cerca el día que por fin otros pongan sus ojos en ellos. Puesto que, Fileos Vruben, un curioso sirviente de su tataratataranieta y cercano a la familia accedió casualmente mientras ponía al día el registro de cuentas de la familia y ésto le permitió acotar la expedición financiada por el difunto Kodo. Pero Fileos no sólo era un sirviente casi confidente de la familia, en su privacidad formaba parte de una secreta liga de espías que rinden culto a seres de otras realidades. Ha logrado un gran avance pero aún tiene una misión que cumplir: hallar el observatorio secreto.
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