Rescates en la mazmorra. Parte I
Justo cuando Xinluxes pensaba que no había motivos para sentirse
amenazada apareció tras ella un tentáculo agarrándola por el abdomen e
inyectándole un somnífero. Desde arriba, sus aliados de la compañía de
Alejo escuchan el grito de Xinluxes pero no ven dada la oscuridad del
recinto. Lisbeth y Sigryt tienen clara su intención de bajar embusca de
su compañera, Cloud piensa que no es bueno dividirse más de modo que
también acaba bajando y para sorpresa de todos, incluido él mismo,
Carajoth acaba bajando en último lugar aunque no muy convencido.
Una vez bajan, rastrean y se internan en la gruta por la que
parece haber sido apresada Xinluxes comienzan a unir las pistas de los
rastros con la consiguietne afirmación de CLoud "Se trata de un Gusano
quitinoso".
Tras avanzar torpemente por las
galerias excavadas en el subsuelo de la mazmorra salen por el pasadizo
hasta una habitación en la cual los Kobolds encarcelan a los
pueblerinos, soldados o mujeres para ser esclavizados/torturados. (nota:
la mayoria de los esclavos de los kobolds se encargan de tareas como
limpiar los excrementos kobolds o cargar piedras para reconstruir y
adaptar la caverna. Los prisioneros están cubiertos con pieles de oso,
tras los cuales escuchan los lamentos.
Sygryt libera a los reos
humanos y a los Akodoneses por los cuales siente una especial
predilección, estos les cuentan que cuatro amigos suyos fueron sacados
la noche antes de la jaula y siguen sin saber el paradero. los
Akodoneses se reagrupan junto a Sigryt mientras los humanos se parapetan
tras el fortachon Carajoth.
Al salir de la habitación se mueven por un pasadizo hasta llegar a
una gruta más iluminada gracias a una gran hoguera roja y a las
antorchas a lo largo del muro de piedra. El feugo desprende un columna
de humno que se escapa por el techo por un agujero oscuro que debe dar a
otras partes de la caverna, pues desde el exterior no se veía dicho
humo. En la habitación hay muchos Kobolds ebrios pateando y escupiendo
espuma sarnosa por la boca cuando cantan y aúllan.
Tirados por todos lados, hay sacos y paquetes, casi todos rotos y
abiertos. Los dos Kobolds más cercanos se disputan un trozo de carne,
entre tanto el resto danzan y cantan mientras las paredes reverberan el
cántico.
Con la ayuda de la enorme ingesta de bebida que los Kobolds estaban
realizando y la pericia de los hábiles Akdoneses distrayendo su pies los
aventureros de la compañía de Alejo acaban rápidamente con los
embriagados enemigos.
...Continuará
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